

Desde el Colegio de Trabajo Social de Granada, este 8 de marzo no solo alzamos la voz por la justicia laboral de las trabajadoras del hogar, sino que también cuestionamos el modelo de cuidados que sostiene las desigualdades de género, clase y raza. No basta con apoyar sus reivindicaciones: es necesario transformar un sistema que se ha construido sobre la precarización y la invisibilización del trabajo de cuidados.
Las empleadas del hogar organizadas en movimientos como NOSOTRAS llevan años señalando lo que debería ser obvio: sin su trabajo, la vida no funciona. Sin embargo, siguen enfrentándose a condiciones laborales injustas y a una falta de reconocimiento social y político. Por eso, sus demandas son urgentes y necesarias:
- Reconocer el valor social de los cuidados. No son una tarea privada ni secundaria, sino un pilar fundamental para el bienestar colectivo.
- Un Pacto Social por los Cuidados, con financiación pública suficiente y la implicación real del Estado, las comunidades autónomas y los ayuntamientos.
- Políticas públicas que garanticen los cuidados como un derecho y dejen de trasladar su coste a los hogares, asegurando empleos dignos para quienes los sostienen.
- Plena integración en el régimen general de la Seguridad Social, con condiciones de jubilación equiparadas al resto de trabajadoras.
Pero estas reivindicaciones no son solo de las trabajadoras del hogar. Las trabajadoras sociales de los servicios públicos y del tercer sector compartimos espacios con ellas y sabemos que el problema va más allá. No podemos limitarnos a exigir mejoras dentro del mismo sistema: necesitamos un cambio profundo en cómo entendemos los cuidados y en quién asume la responsabilidad de garantizarlos.