

Desde el Colegio Oficial de Trabajo Social de Granada no vamos a quedarnos en silencio. El cierre del Centro Municipal de Información a la Mujer de Iznalloz no es una simple decisión administrativa porque se disuelva el consorcio de municipios que lo operaba: es una forma de violencia institucional. Una más. Una que desprotege, que abandona, que ignora la realidad cotidiana de las mujeres, especialmente en las zonas rurales.
No es casualidad. En esta comarca se han producido recientemente dos asesinatos machistas: en Guadahortuna, el padre de una mujer víctima del sistema VioGén fue asesinado por el agresor de su hija y en Iznalloz una mujer fue asesinada, en un feminicidio camuflado como un accidente de tráfico. Hechos brutales que confirman lo que tantas veces hemos denunciado: no hay margen para el desmantelamiento de servicios que son clave para la prevención, el acompañamiento y la protección frente a las violencias machistas.
Cerrar un centro de la mujer es dejar sin red a cientos de vecinas. Es cortar la primera vía de apoyo que muchas encuentran cuando lo necesitan. Son espacios donde se puede hablar sin miedo, donde se escucha y se cree, donde se forma, se denuncia y se repara. Donde se construye comunidad, apoyo mutuo y resistencia frente a la violencia. Son también un refugio para mujeres migrantes, jóvenes, mayores, cuidadoras, vecinas silenciadas e invisibilizadas durante demasiado tiempo.
No aceptamos más retrocesos. No vamos a tolerar que se nos arrebaten los pocos espacios seguros que tenemos en nuestros pueblos. No vamos a ceder en la lucha contra la violencia machista, especialmente en entornos tan vulnerables como los rurales.
No podemos permitir la desarticulación de los servicios que sostienen nuestras vidas. No vamos a seguir aplazando nuestras urgencias detrás de trámites burocráticos. La descentralización real de los servicios sociales no puede seguir siendo una promesa vacía. O se actúa ya o se perpetúa la violencia.
Exigimos la reapertura inmediata del Centro Municipal de Información a la Mujer de Iznalloz.
Exigimos una financiación estable, una atención continuada y una política pública que entienda que nuestras vidas no se postergan más.
Porque cuando nos dejan sin recursos no se trata de silencio: es abandono. Y el abandono también mata.