Tolerancia cero con la mutilación genital femenina: hay que acabar ya con ella

Tolerancia cero con la mutilación genital femenina: hay que acabar ya con ella

Hoy, en el Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, desde el Colegio queremos recordar la importancia de acabar con esta dantesca práctica. Recordar que la mutilación genital femenina es una grave violación de los derechos humanos que afecta a millones de mujeres y niñas en todo el mundo. Que no responde a tradiciones culturales o religiosas concretas, sino que tiene su origen en un sistema patriarcal que normaliza la violencia contra las mujeres como forma de control sobre sus vidas y sus cuerpos.

Más allá de las secuelas físicas, psicológicas y emocionales, la mutilación genital femenina es una expresión extrema de la desigualdad de género y de una violencia estructural sostenida por dinámicas de poder globales.

El trabajo social tiene un papel fundamental en la lucha contra esta práctica, con un enfoque que debe alejarse de miradas etnocéntricas y cuestionar los sistemas que perpetúan la violencia de género y racial. Las trabajadoras sociales son clave en la prevención, detección y apoyo a las víctimas, además de en el trabajo con la comunidad y la incidencia política.

Desde el Colegio Oficial de Trabajo Social de Granada exigimos:

  • La mejora y ampliación de los protocolos de actuación y atención en los ámbitos sanitario, de servicios sociales y en la coordinación interinstitucional.
  • La creación de recursos específicos para la atención psicológica especializada de las víctimas.
  • Más formación y sensibilización para las profesionales de la salud, la justicia y los servicios sociales, con enfoque en la identificación y atención de la mutilación genital femenina.
  • Mayor reconocimiento y apoyo a los movimientos y entidades sociales como agentes clave en la lucha contra esta violencia.
  • Campañas de sensibilización y prevención dirigidas tanto a las comunidades en riesgo como a la población en general.
  • Refuerzo de la presencia de intérpretes y servicios de traducción en los centros de salud y servicios sociales.
  • Espacios seguros donde las víctimas puedan denunciar sin miedo a represalias sociales o familiares.

La erradicación de la mutilación genital femenina no puede depender solo de la voluntad de quienes la sufren. Es una responsabilidad colectiva y requiere compromiso político, recursos suficientes y una mirada feminista y de derechos humanos.